jueves, 23 de agosto de 2012

Restauración

“Ecce Homo” que tú ves ahí… mi abuelita lo ha dejado así. Después de la genial, sublime y extraordinaria restauración del Ecce Homo de Borja (Zaragoza) a manos de una mujer de avanzada edad toda España se ha escandalizado… y yo me pregunto el porqué, pues no veo motivo para tal crispación.



Al fin y al cabo esta situación no es más que un mero reflejo de la actual sociedad donde todos están capacitados para todo. En temas de arte, a día de hoy cualquiera es capaz de pintar un cartel, dar un pregón, hacer una escultura, diseñar cualquier cosa, etc… sin tener la más mínima noción de perspectivas, métrica, equilibrio, movimiento o proporciones. Toda España ha puesto el grito en el cielo por este atrofio del genial fresco y, sin embargo, nadie dice nada cuando, pongamos un ejemplo cualquiera y no demasiado alejado, un imaginero hace de “restaurador” y defenestra una obra cumbre del siglo XVII…

Por otro lado, también hay cientos de obras de arte que no están debidamente conservadas, degradándose a nuestros ojos mientras nadie hace nada. Entonces, ¿por qué echarse las manos a la cabeza si esta mujer ha hecho lo que ella pensaba mejor para la conservación del Ecce Homo? Hipócritamente, por poner un ejemplo, nadie se echa las manos a la cabeza mientras se cae Santa Catalina en Sevilla, pero sí se las echarían si algún abuelito se pusiese a hacer obras por su mano sin tener en cuenta los elementos arquitectónicos que hay que conservar… Llegados a los extremos que estamos llegando, ¿y qué más da? ¿Acaso es mejor que se caiga la iglesia? Pues algo parecido he visto yo en ese fresco que se encontraba acosado por el salitre mientras nadie hacía nada hasta que esta mujer ha llegado.

O quizás también sea posible encontrar el punto de vista artístico a tal obra y definirla así como me la he encontrado por ahí (copio y pego): "Qué magnífico trabajo el de esta artista que con una sola obra ya ha sido capaz de situarse a la vanguardia del vanguardismo. La mirada del sujeto es inquietante y desgarradora a un tiempo, de soslayo parece intentar dirigirse a la autora de la restauración; muda sin embargo su boca, sus palabras se desvanecen en el caos existencial parido del genial pincel ¿o fue brocha? El cuello hipertrofiado en un atrevido rojo cereza, bajo la inspirada visión de la artista extiende sus dominios abarcando más allá de lo humanamente posible como queriendo expresar que el sujeto no es hombre, sino divino, ora con cuello de homo, ora desafía la lógica con pescuezo bovino. El apendice nasal se deconstruye hasta el imposible, en una genial debacle estética nunca vista desde Mijaíl Lariónov. Los efectos del Sintrom 8 mg, dejando la sangre correr desbocada por los recovecos del privilegiado cerebro de la artista, son apreciables en la mullida pilosidad que recubre al sujeto pictórico, sustituyendo las agresivas espinas del original por un mucho más amable y esponjoso material de baño. En resumen, una revolución y un truño."

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