lunes, 25 de abril de 2011

Vaya Semanita

¿Quién me iba a decir que el palio de la Virgen del Refugio sería el último paso que vería en Semana Santa? ¿Acaso alguien habría pensado que alguna vez mataría las horas jugando al ajedrez para desinhibirme de lo que en la calle ocurría durante esta Semana? En la peor pesadilla no hubiese sido nunca tan larga, nunca tan dura, nunca tan triste… ¡Qué lejos queda el embeleso y la gloria de un manto de blanca Paz bordado de luz y calor! ¡Qué lejos el regocijo de tantos niños viendo llegar desde la plaza del Salvador a Jesús a lomos de un pollino! Incluso llega a parecer un sueño en el recuerdo el paseo que daba María extasiada de Dolores viendo a su hijo caer lleno de Penas bajo el peso del madero… ¡Qué corto se hizo el reparto de Salud que emanaba en las Llagas de nuestro Señor desde San Bernardo! ¡Qué largos se hicieron el Jueves Santo, la Madrugá y el Viernes Santo! ¡Ay, eterno el Viernes Santo! Y todo, porque aparecieron las aguas; pero no maravillosas Aguas que miran al cielo la noche del Lunes Santo, sino malditas aguas que caían de él e hicieron morir la Semana Santa; como muere cada vez que se quedan sin salir esas cofradías que te llenan el alma…