domingo, 8 de noviembre de 2009

Un nuevo guía

Este mundo que el Señor nos ha dado siempre dispone de un elemento, un factor diferencial mínimo pero importantísimo, que percibimos, lo podemos apreciar en cada instante, cada momento, pero nunca lo hemos podido ver, nunca lo hemos podido palpar. Es ese mismo elemento el que hace que nada sea siempre igual, que todo sea siempre distinto. Nos proporciona continuamente pequeñas permutas inapreciables, o grandes transformaciones que marcan la historia, pero él se encuentra eternamente avanzando en la misma dirección y con la misma velocidad. Muchas veces son las que recordamos y recordamos añorando, heridos por las pérdidas que su inexorable paso ha dejado, tantas como las que hemos sido curados por su medicina, la mejor que existe para los males que no tienen ningún tratamiento en los hospitales. ¡Ay!, sino fuese por él, implacable cuarta dimensión del espacio, ¡ay!, cuantos males ha solucionado y solucionará el perpetuo transcurrir del tiempo.
Y cuando el tiempo pasa, todo varía, infinitesimalmente, pero todo cambia. Cómo a todo lo hace cambiar, su irremediable paso nos hace ahora decir adiós al Cardenal Amigo Vallejo como arzobispo de Sevilla. Adiós al báculo magefesa (que grande sigue siendo Don Antonio Burgos). Adiós a quien ha devaluado las coronaciones. Adiós a quien impuso el cambio de reglas por nazarenas. Adiós a quien, siendo príncipe de la iglesia, siempre ha seguido siendo conocido como “el arzobispo”.
Igualmente, tenemos que dar la bienvenida a monseñor Asenjo y la enhorabuena por haber sido nombrado arzobispo de tan bella ciudad. Aunque, conociendo a las gentes del lugar y nuestra peculiar forma de ser, no sé si tendría que darle el pésame.

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