viernes, 19 de junio de 2009

¡¡ Basta Ya !!

Hoy la democracia se viste de negro, y junto a ella la paz, la libertad, la justicia y todos los valores que nacieron con la Constitución Española en 1978. Asesinando a un inocente, Eduardo Puelles García, esta ha sido la forma particular que los asesinos han tenido de recordarnos, a todos aquellos que creemos en los valores que otorga la Carta Magna, que también volvieron a manchar de sangre un 19 de junio, como hoy pero hace 22 años, en el atentado del Hipercor en Barcelona. Un atentado en un hipermercado. Un atentado en el que no intentaron acabar con la vida de policías y guardia civiles que luchan incansablemente contra cobardes que se esconden detrás de las armas. Un atentado en el que a quienes mataron impunemente fueron mujeres y niños que hacían sus compras, algo que resulta un hecho gravísimo contra la libertad del pueblo vasco. Un atentado, masacre mejor dicho, que quitó toda argumentación posible, si es que tiene alguna, a la banda de asesinos que conforma ETA.
Esta es su forma de reclamar que quieren la independencia de las Vascongadas. Una forma que lo único que hace es dejarlos sin argumentos. Por ello, son los propios partidos nacionalistas vascos los que deberían de hacer más fiera la lucha contra estos asesinos, porque nunca se podrá abrir un dialogo por el nacionalismo que ellos reivindican hasta que ETA no haya pasado al olvido. Ese día será el primer día en el que los vascos podrán vociferar a los cuatro vientos que han alcanzado la LIBERTAD.
Hoy es un día negro para los españoles. No sólo para los españoles, sino para todo aquel que, aún sin que se sienta español y sea poseedor de ideología nacionalista, sea una persona que esté concienciada de que el valor del respeto a la vida del prójimo está por encima de todo. Nada, ni nadie, tiene argumentos suficientes para arrebatar la vida a otra persona, sea mediante atentados o cualquier otro sistema. Por ello, y cada día que pasa estoy más convencido, abogo porque en España se instituya la pena de cadena perpetua. La razón para ello es más que evidente. Sean quienes sean los asesinos (siendo justos, y con mi corto conocimiento de derecho: no homicidas que arrebatan la vida sin previa intención a ello). Llámense asesinos de Marta del Castillo o nomínense etarras terroristas, únicamente merecen entrar en la cárcel con la desesperanza de que cuando salgan vaya a ser con el pijama de pino puesto, porque quien no aprecia el valor de la vida no tiene derecho a poder disfrutarla.

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